—¡Quítenle ese uniforme y cámbienla rápido!.
Emma no supo lo que estaba pasando,el cuerpo le dolía casi por completo. Sobre todo la cabeza,sentía que alguien estaba golpeándola desde adentro. —!No le queda,esta chica es más gorda! ¿Qué vamos a hacer?. La voz de la mujer sonó desesperada. Emma no alcanzó a entender lo que estaba sucediendo a su alrededor. —¡Trae unas tijeras y aquel listón! No es tanto,esta chica no es gorda,simplemente es alguien normal,no como la escuálida de Francesca. Seguía escuchando frases cortas entre sueños. —¡Sigue sin despertar! No sé qué vamos a hacer si llega la hora y esta chica no logra estar consciente. De pronto ambas mujeres del servicio vieron entrar a Ian Spencer,su jefe. En la mano llevaba una jarra con agua con hielo,y sin miramientos se lo arrojó al rostro a Emma. Ella despertó de pronto asustada y temblando. Ambas mujeres no tuvieron el valor para ver su jefe al rostro. Este se miraba furioso. —¡Terminen de prepárarla! Fue la orden que Ian les dió. Emma seguía temblando,sin lograr entender qué sucedía. —¿Quiénes son ustedes?. Preguntó asustada. Echó un vistazo a su alrededor,se notaba que era un lugar elegante,aún así el miedo se había apodetado de su cuerpo. Había despertado justo en el momento en que un hombre de piel bronceada le arrojaba agua al rostro. Ambas mujeres del servicio se lanzaron miradas interrogativas,pero ninguna habló. Justo en ese momento entró un hombre con pinta de guardaespaldas. —¿Está lista? Preguntó en tono severo. La mujer mayor se acercó a la chica y empezó a ajustar el vestido que llevaba puesto,mientras que al oído le decía unas palabras que para Emma quedarían grabadas en su memoria. —No pongas resistencia, niña. Acabará pronto. —Ya casi está lista,pero necesitamos que nos dejes a solas con ella,solo será un momento. Fue la misma mujer que habló para el guardaespaldas. El no confíaba en nadie,pero Leonor llevaba ya demasiado años en la casa,en ella podía confiar. —Está bien,que sea rápido. Salió un momento,lo suficiente para que Emma se pusiera de pie para terminar de vestirla. Emma estaba temblando,y buscó la mirada de la mujer,pero ella pretendió no verla. Los años que llevaba de ama de llaves no era en vano,sabía que no debía involucrarse,de lo contrario pondría en riesgo su vida también. —¿Estoy en peligro?. Emma murmuró muy bajito,el ama de llaves seguía sin verla a los ojos,pero asintió con la cabeza muy rápido para que no lo notarán por las cámaras,le estaba ajustando la espalda a Emma. —Haz todo lo que te digan,no hagas preguntas, muévete rápido y todo saldrá bien niña. Habló tan rápido que Emma apenas alcanzó a entender,pero se aferraría a esa información con tal de salvarse. —Suficiente,debo llevarla a la oficina del jefe. Leonor dió un suspiro y decidió dejar que se llevaran a la chica de una vez. El hombre imponía,llevaba la cabeza rapada y anteojos negros al igual que su traje. Rondaba los cincuenta años,pero aún lucía intimidante. Él la tomó del brazo con un poco de fuerza,Emma no puso resistencia,pero involuntariamente giró el rostro para ver a la única persona ahí que le había dado un poco de ayuda. Sólo pedía que lo que fueran a hacer con ella fuese rápido. El hombre la llevó hasta el final de un pasillo. La casa era muy grande y estaba decorada con un gusto exquisito. Al final del pasillo había una oficina y el hombre simplemente la aventó dentro. Ian subió los ojos y le dió una larga mirada a la chica. No podía creer que fueran tan parecidas y a la vez se notasen tan distintas. Le hizo una señal a Evaristo para que se retirara y lo dejara solo con ella. Se levantó de su silla,caminó en círculos con ojos crítico. Ella no subía la vista,se notaba asustada. —Supongo que te preguntarás qué es lo qué haces aquí. Emma prefirió quedarse callada.—Tengo un trato para ti. Ian era un hombre acostumbrado a conseguir todo lo que deseaba. —¿Qué clase de trato? Preguntó por fin. Y aunque le faltaba valor,le sombraba entereza. Ian se levantó de su silla y se acercó hasta Emma. Maravillado por enorme parecido con Francesca,su prometida. —Hoy te casarás conmigo. ¿Qué? ¿Acaso estaba loco? ¿Cómo un extraño podía decirle esas palabras sin siquiera pestañea?. —¿Porqué haría algo así?. Ian odiaba tener que dar explicaciones de sus actos,sólo ordenaba y era suficiente. Pero al parecer tenía que darle una simple repuesta a esa insípida mujer. —Ambos necesitamos el uno del otro. Tengo entendido que cuidaste de tú madre hasta que esta murió de cancer en un hospital en el cual aún trabajas para poder saldar la cuenta. Emma estaba sorprendida y asustada de que ese hombre supiera tanto de ella. —Así es señor. El hombre que le daba la espalda le atemorizaba. Y no era su aspecto en sí,al contrario. Este poseía un cuerpo bien trabajando,podía notarlo a través de su camisa blanca que hacía que los músculos de los brazos se marcaran,y a través de los pantalones que apenas lograban cumplir su trabajo de cubrirlo. Ese hombre era demasiado atractivo,pero tenía un Aura de peligro que era lo que más asustaba a Emma. Lo vió girarse. —¡Espere,usted me arrojó una jarra de agua con hielo! Ian no respondió,dio un nuevo sorbo a su bebida mientras observaba a la chica con detenimiento. No podía creer que esa mujer fuera exactamente igual a su prometida,misma altura,mismos rasgos,pero había algo en ella que le gustaba aún más,aún conservaba su naturalidad. Francesca era una mujer atractiva,pero su profesión la había orillado a recurrir a las cirugías para estar en el gusto de los diseñadores,algo que a Ian le molestaba,porque poco a poco dejaba su naturalidad para sumarse a la banalidad. —¡Este es el trato,te casarás conmigo!,te alejarás de cualquier fotógrafo que te pida una foto para las revistas,les dirás que tienes un contrato de exclusividad con alguna revista,no beberás ni una copa para no arruinar el momento,no hablaras con nadie que yo no permita y me dejarás a mi decirlo todo,por último,no te separarás de mi ni un solo momento!. ¡Es que no le estaba preguntando si quería,ese hombre le estaba ordenando casarse con él! —¿Y si me rehuso?. Le daba miedo preguntar,pero estaba en una situación en la que por lo visto no te la nada que perder,porque notaba que su vida ya no le pertenecía. El hombre bajó lentamente el vaso del cual bebía y le lanzó una mirada desafiante. Caminó unos pasos para estar más cerca de ella. —No se confunda señorita Collins,no es que quiera casarme con usted,es que debo hacerlo. Mi nombre y mi reputación están en juego,y créame que yo jamás pierdo. Eso sonó como una amenaza para Emma,y aunque no estaba dispuesta a pasar su vida a lado de alguien que literalmente la había secuestrado,estaba muy dispuesta a permanecer viva. —¿Porqué yo?. —Al cabo de seis meses diremos que tenemos diferencias irresponsables y nuestra separación es definitiva,tú tendrás diez millones en tu cuenta y yo mi preciada libertad. No respondió su pregunta... —¿Qué me garantiza que cumplirá su palabra? Las palabras casi se ahogaban en su garganta, y aunque tenía miedo, debía proteger lo único que tenía, su vida. El magnate apretó la mano que aún sostenía su bebida. Se giró nuevamente para lanzarle la última mirada que estaba dispuesto a darle a esa mujer en toda la noche. —Mi palabra es irrevocable. —dio un nuevo sorbo y la dejó caer sobre el escritorio con demasiada fuerza— Nada pasará entre nosotros, de eso puede estar segura. Él se alejó dejando a Emma desconcertada. Ella tampoco deseaba estar ahí, estaba siendo obligada, la habían secuestrado y para colmo ese hombre se daba el placer de humillarla. Pero no dijo nada, al final estaba muy acostumbrada a ese trato de las demás personas, ser huérfana era algo que la volvía una paria, así que quejarse no estaba muy bien visto por las demás personas. El guardia abrió la puerta y entró nuevamente por ella, y con un nuevo jalón la hizo moverse. Esta vez ella permaneció en silencio. Tenía bien entendido lo que el hombre le dijo, no debía hablar con nadie. En silencio lo siguió sin protesta alguna hasta que de nuevo entró a la habitación donde había despertado de forma tan agresiva. —Yo me hago cargo. El guardia asintió con la cabeza y la dejó ahí nuevamente con la mujer mayor. —No te muevas niña, debo dejarte lista para la ceremonia. Ella la miró, y esa mirada hizo que el corazón de Leonor se hiciera pequeño. Le tenía lástima, una chica tan joven y bella, pero sola, sin nadie que la defendiera de esa vida tan miserable que le había tocado vivir. La preparó con cuidado, como si estuviera vistiendo a una flor, o a su propia hija. Era lo único que el ama de llaves podía hacer por ella. Sentía pena por ella, pero no podía involucrarse, nadie podría hacerlo. La hizo verse en el espejo, un espejo en el que podía verse de cuerpo completo. Si no fuera porque la estaban obligando a ese enlace, podría disfrutar esa vista. El vestido que llevaba era precioso y se notaba que era lujoso y caro, pero bastante atrevido por el escote que llevaba en la espalda, algo que sin duda ella no hubiera escogido, pero debía recordarse que no era ella la que se casaba, sino la mujer del millonario. Y ese pensamiento le hizo llegar a una conclusión bastante extraña para ella. Tenía la apariencia de una mujer que podía darse el lujo de casarse con un millonario, pero no la misma suerte. Había jugado las cartas que le habían tocado en la vida, y las suyas nunca habían sido las mejores, por el contrario. Estaba casi en la calle el día anterior, y un día después le tocaba sustituir a la prometida de un mafioso. Porque Emma no era tonta, a esa conclusión había llegado al percatarse de la seguridad que llevaba ese hombre y toda el aura peligrosa que lo rodeaba, y aunque la novia original había sido lista al alejarse, ella no corría con la misma suerte. —La ceremonia está por empezar, el patrón ha mandado por ella. Era la misma mucama que la había llamado gorda, de ella no se iba a olvidar tan fácil. —Ya vamos para allá. Emma le dirigió una mirada a la mujer mayor y esta le asintió levemente, como si quisiera darle un valor que ni ella misma poseía. Tragó un nudo que se le había formado en la garganta, aunque era una boda falsa, podía decir que estaba asustada hasta los huesos. Salieron de la habitación por un largo pasillo y bajaron las escaleras hasta llegar a la parte baja, de lejos podía escuchar música, pero esa música nupcial hacía que el corazón de Emma se sintiera en los oídos y la garganta. Tenía miedo y lo peor es que no podía escapar, ella no tenía esa suerte. Con cada paso que daba, su corazón bombeaba más, hasta que llegó a la puerta de la capilla donde esperaban todos. El ama de llaves abrió la puerta y la música se escuchó con más fuerza. Hubiese podido echarse a correr, pero las piernas no le obedecían. —Camina hacia el frente y no mires a nadie a los ojos. La mujer mayor le estaba aconsejando, pero ya ni siquiera la escuchaba. Emma dio varios pasos muy lentamente, y hizo lo que la mujer le ordenó, no miraba a los lados, sentía que si hacía aquello iba a perder el poco calor que había logrado juntar. Al final del pasillo estaba ese hombre, pero él no la miraba a ella, estaba un poco girado, viendo a la nada. Emma no pretendía que ese sujeto se sintiera abrumado con su presencia, pero parecía que estaba en cualquier lado, menos en su boda. Ella podía escuchar los cuchicheos y las murmuraciones de los invitados, pero ignoró todo y llegó hasta donde el novio la esperaba.