Capítulo 20: Confesiones que duelen
El silencio entre nosotros es espeso, solo roto por el sonido lejano de nuestros cubiertos contra los recipientes. Masticamos sin ganas, como si la comida fuera solo una excusa para no hablar.
Sin embargo, yo sé que Colín no es de los que callan demasiado tiempo. Su paciencia tiene un límite, y lo descubro cuando finalmente deja los cubiertos a un lado y me mira directo.
—Hace rato —empieza, con la voz firme, pero no molesta—, cuando me agradeciste por hacer esto, mencionaste a Lia y a Liam… pero no te mencionaste a ti.
Levanto la cabeza despacio. Su tono parece una queja, pero sus ojos me dicen otra cosa: no está enojado. Está herido.
—Colín, yo… —intento hablar.
Él me corta, como si hubiera esperado este momento demasiado tiempo.
—No, Ava, escúchame. —Apoya las manos en la mesa, y su voz vibra con una mezcla de ansiedad y determinación—. No quiero solo estar aquí como un espectador. Quiero ser parte de sus vidas, completamente. Quiero ser el homb