ALMAS DESTINADAS - EL TIEMPO QUE HA PASADO
Las cosas que uno nunca olvida
Sarah nunca había sido buena para despedidas.
No porque no supiera decir adiós, sino porque siempre sentía que esas palabras cargaban un peso innecesario. Como si al pronunciarlas estuviera aceptando que algo realmente terminaba. Por eso, cada vez que se marchaba de un lugar, prefería pensar que solo era una pausa, un cambio de escenario, algo que podía retomarse más adelante.
Esa noche, mientras cerraba la puerta de su pequeño departamento, tuvo esa misma sensación.
El lugar era sencillo, acogedor, con pocas cosas fuera de lugar. No necesitaba más. Había aprendido a vivir así desde muy joven, adaptándose, cambiando de ciudad, de rutina y en silencio. Su madre siempre decía que eso era fortaleza, aunque a veces Sarah sospechaba que también era una forma de huir.
¿De qué? Realmente no lo sabía, pero sentía que de algo lo hacían. Su madre nunca le daba respuestas sobre ello.
Se colgó el bolso al hombro y revisó p