Mundo ficciónIniciar sesiónEl aire de la mañana olía a pino húmedo y tierra removida cuando escapé del salón principal. Necesitaba silencio. Necesitaba escapar de las miradas evaluativas, de los susurros que seguían cada uno de mis movimientos desde la ceremonia de purificación de la noche anterior. Incluso después de curar a media docena de guerreros envenenados, seguía siendo la forastera marcada que no terminaban de aceptar.
El río corría rápido esa mañana, hinchado por las lluvias de la noche. Me senté en una roca plana cerca de la orilla, dejando que el sonido del agua ahogara el ruido constante en mi cabeza. Cerré los ojos.
Un gemido rompió mi momento de paz.
No fue fuerte. Apenas un susurro de sonido transportado por el viento. Pero mis sentidos lobunos, afinados por semanas de entrenamiento brutal, lo captaron de inmediato. Me puse de pie, siguiendo el sonido hasta un gr







