Mundo ficciónIniciar sesiónSeraphine se puso su armadura al amanecer, cada movimiento deliberado a pesar del dolor que todavía palpitaba en sus costillas. La armadura era ligera—cuero reforzado con placas de metal en puntos estratégicos—pero la joven sentía el peso de lo que representaba.
Hoy no era solo otro día de entrenamiento. Era su oportunidad de probar que pertenecía allí.
Cuando llegó al campo de entrenamiento, Vex ya estaba allí, de pie en la misma posición que el día anterior. Pero algo era diferente en su postura hoy. Más rígido. Más formal.
Seraphine levantó la mirada para encontrarse con la suya, y las siguientes palabras de Vex cayeron como piedras:
—Llegas tarde.
La joven miró hacia el cielo. El sol apenas había despejado el horizonte. Era la misma hora a la que había llegado todos los días durante semanas.
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