Isabella
El amanecer apenas se asomaba cuando deslicé la tarjeta magnética que había sustraído del bolsillo de León mientras dormía. Tres días observando sus movimientos, memorizando sus rutinas, fingiendo sumisión. Todo para este momento.
La puerta del despacho se abrió con un chasquido casi imperceptible. Contuve la respiración, esperando que alguna alarma silenciosa alertara a León, pero nada sucedió. El despacho permanecía en penumbras, con apenas la luz azulada del ordenador en reposo iluminando los contornos de los muebles.
"Aurora", susurré para mí misma mientras me deslizaba hacia el escritorio. La palabra que había escuchado tantas veces en conversaciones interrumpidas, en llamadas a media noche, en documentos que León ocultaba apresuradamente cuando yo entraba.
Mis dedos temblaban sobre el teclado. Necesitaba una contraseña. Probé con fechas, nombres, combinaciones que había visto León utilizar. Nada funcionaba. La frustración comenzaba a apoderarse de mí cuando recordé algo