El murmullo la perseguía como una sombra. Clara lo sentía en cada rincón de la universidad: miradas furtivas, conversaciones que se apagaban a su paso, risitas mal disimuladas tras las manos. Había intentado ignorarlo durante días, pero esta mañana fue imposible cuando al abrir su correo institucional encontró un enlace anónimo que la dirigió a un foro universitario donde su nombre aparecía en el título de un hilo con más de doscientos comentarios.
"La verdadera Clara Montero: de académica brillante a trepadora profesional".
Sus dedos temblaron sobre el teclado mientras bajaba por la cascada de comentarios. Algunos especulaban sobre su relación con Salvatierra, otros afirmaban tener "pruebas" de favoritismos académicos, y los más crueles incluían montajes fotográficos que la mostraban en situaciones comprometedoras.
—Esto es una pesadilla —murmuró, cerrando la laptop de golpe.
El despacho que le habían asignado tras su nombramiento como directora del departamento, antes un refugio, ah