El regreso a mi manada fue silencioso, pero mi mente era un torbellino de preguntas. Las palabras de la madre de Eirik no dejaban de resonar en mi cabeza: "Tu madre estaría orgullosa de ti." ¿Cómo la conocía? ¿Qué relación existió entre ellas? ¿Había más secretos ocultos?
Eirik me había prometido que respondería a mis preguntas. Tenía tantas preguntas que necesitaba ordenar en mi cabeza.
Y para empezar a aclarar mis pensamientos, averiguaria qué sabía mi padre. Cuando mamá murió no hubo explicaciones, solo dolor y silencio.
Mi mente estaba perdida entre los recuerdos y el dolor de su ausencia, y bajo la autoridad de mi padre no tenía derecho a hacer preguntas ni a hablar de lo sucedido.
Había estado callada durante mucho tiempo, dispuesta a aceptar lo que dijera mi padre, él era el Alfa y nadie podía contradecir una de sus órdenes.
Cuando llegué a mi tienda, el aire parecía distinto, como si algo invisible me acechara