Había tantas preguntas en mi cabeza que no sabía por cuál empezar, Eirik estaba frente a mí observandome nervioso. Su tensión era tan palpable que mi cuerpo la podía sentir como una fuerza invisible.
La brisa comenzó a cambiar. Una corriente más fría y pesada se filtró entre los árboles, haciendo que las ramas crujieran como si el bosque entero estuviera conteniendo el aliento.
No podía entender que sucedía para que el viento se revelara de esa manera, pero Eirik me había prometido ayudarme a entender, y yo urgía por respuestas a las muchas preguntas que atormentaban mi espíritu.
El viento sopló con tanta fuerza, como si quisiera alejarme de ese lugar o evitar que escuchara algo que pudiera herirme.
Eirik me sostuvo con fuerza, como si temiera que el viento me arrancara de sus brazos. Su mirada, siempre tan serena, ahora estaba marcada por una mezcla de inquietud y determinación.
—Antes de responder cualquier pregunta —dijo c