– Enfrentamiento
La mañana en la casa de los De Colmenares amanecía silenciosa, apenas quebrada por el suave rumor del viento entrando por las ventanas abiertas. Enzo estaba sentado en la sala, recostado sobre un sillón amplio y mullido. Su respiración era lenta, cansada, pero sus ojos conservaban esa chispa orgullosa que lo había caracterizado toda su vida. Angela, siempre atenta, le acercaba un vaso pequeño con un medicamento.
—Toma esto, te hará sentir mejor —le dijo con voz dulce, aunque cansada.
Enzo la observó con ternura, esa ternura que pocas veces mostraba frente a los demás.
—Gracias, Angela. Eres una excelente esposa… siempre pendiente de todo.
Ángela sonrió apenas. No había sido fácil lidiar con su carácter toda la vida, pero lo amaba profundamente. Estaba a punto de hablar cuando escucharon pasos en las escaleras.
Ruben bajaba, vestido con ropa cómoda, pero aún con el cansancio del viaje reflejado en su rostro. Apenas vio a sus padres, sonrió.
—Buenos días.
—Buenos días,