Capítulo 100

– Esperas y silencios

Jessica, que había notado la tensión, se levantó enseguida y trató de intervenir.

—Yo la estaba llamando —dijo con naturalidad, sonriendo—. Le estaba marcando hace rato porque se me había olvidado preguntarle algo.

Elio la miró con una sonrisa escéptica.

—¿Tú? —preguntó con un tono que mezclaba ironía y desconfianza.

Jessica mantuvo la sonrisa.

—Sí, claro. ¿A quién más podría llamarla? —dijo, encogiéndose de hombros.

Elio soltó un breve resoplido y desvió la mirada hacia Isaac.

—Bueno, hijo, ve despidiéndote. Es tarde.

Cristina se inclinó hacia su hijo.

—Isaac, mi amor, ve a cambiarte en el baño. Ya es hora de irnos.

El niño la miró con preocupación.

—¿Papá está bravo, mamá?

Cristina sonrió y le acarició el cabello.

—No, cariño. Ya sabes cómo es papá, solo está cansado.

Elio se dirigió hacia el bar cercano y pidió un whisky. Se recostó en la barra, dándole la espalda a las mujeres, mientras jugaba con el vaso en silencio. Cristina lo observó de lejos, sintiendo
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