Capítulo 73. Lagunas en los recuerdos.
La llevaron a la habitación del fondo y la depositaron con cuidado sobre una cama estrecha con colchas de retazos.
Lyanna se hundió en el colchón, sintiendo que el mundo dejaba de girar por primera vez en horas.
Martha no perdió el tiempo.
—Trae agua caliente, alcohol y las vendas que guardamos en la alacena. Y trae también un poco del caldo que quedó de la cena.
Elías se quedó parado en el marco de la puerta, mirando a la chica con una mezcla de lástima y temor.
Bajo la luz de la bombilla desnuda, las heridas se veían peor. La sangre seca en la sien, los moretones floreciendo en sus brazos pálidos y, sobre todo, las marcas crudas en las muñecas.
—Martha… mira eso —susurró Elías, señalando las muñecas de Lyanna—. Esas marcas… la tuvieron amarrada. Esto es un secuestro, mujer. Nos estamos metiendo en la boca del lobo.
—¡Trae el agua! —ordenó ella, girándose con ojos feroces—. Ya está aquí, Elías. Ya está hecha la caridad. Ahora hay que terminarla.
El hombre resopló, pasándose la mano