Capítulo 51. Cuando descubres que lo que amas… ya no está.
Ares salió del despacho casi sin sentir las piernas. Repitiéndose en su mente, las palabras de su madre.
“Le di 24 horas”. “Yo ensañada en contra de ella, creyéndola mentirosa".
Pero lo único que podía escuchar de verdad era su propia respiración, rápida, profunda, como si hubiera corrido kilómetros.
Subió las escaleras directo a la habitación.
—Lena… —susurró—. Amor, ¿dónde estás? ¿Necesitamos hablar?
Llegó al pasillo que conducía al dormitorio. Todo estaba en silencio.
Ese silencio pesado que siempre anuncia una tragedia.
Empujó la puerta sin tocar. La habitación estaba a oscuras.
Fría. Vacía.
—Lena… —repitió, ahora con un temblor en la voz que casi nunca dejaba salir.
Encendió la luz, caminó al baño; allí no estaba. Cuando regresó, recorrió con su mirada la habitación.
Primero, vio un detalle pequeño: la cama medio desordenada, cuando ella era extremadamente ordenada.
Luego, vio hacia el vestier y este tenía las puertas entreabiertas; caminó hacia allá y no vio su ropa, la que sie