Las manecillas del reloj marcaban las 11:43 de la noche. Lyanna llevaba más de dos horas sentada en la esclera, mirando fijamente la puerta. Ares le había dicho que llegaría temprano, pero se había complicado algo en la empresa y por eso se había tardado.

Cada minuto que pasaba sentía cómo su ansiedad crecía.

¿Dónde estaba Ares?

Sabía que Eleanor, lo estaba esperando, por eso ella quería recibirlo primero. Pero cada minuto que pasaba sin que Ares llegara era una tortura. Necesitaba hablar con él, contarle la verdad antes de que su madre lo hiciera. Quería mirarlo a los ojos y confesarle quién era realmente.

Pero el tiempo pasaba, y Ares no llegaba.

Finalmente, agotada de esperar, Lyanna subió las escaleras. Se sentó en el borde de la cama que compartía con Ares, una foto que se habían tomado y que ella había puesto en la mesita de noche. En esa foto, él la abrazaba por detrás, ambos sonriendo como si no existieran secretos entre ellos.

Las lágrimas comenzaron a caer. ¿Cómo podría deci