Capítulo 18. La verdad duele más que los golpes.
—¿Un autor intelectual? —repitió, cada sílaba cargada de hielo.
—Sí. Según su declaración, alguien le pagó para estrellarse contra la casa… aunque solo querían que fuera un susto. Todo se le salió de las manos.
El mundo de Ares se redujo a un túnel oscuro. El ruido del hospital se desvaneció. Ya no era un accidente. Era un intento de asesinato. Alguien había atentado contra la vida de Harry. Alguien había querido que su hijo muriera bajo las ruedas de un coche.
—¿Quién? —La pregunta de Ares no fue un grito, sino un susurro letal, tan frío y afilado como una daga.
—Doyle no ha dado un nombre aún. Solo insiste en que fue contratado. Pero tenemos razones para creerle. Por eso lo llamo. Pensamos que debería saberlo de inmediato.
—Yo también —Ares apretó el teléfono.
Su mirada, que hace unos minutos estaba nublada por la duda, ahora parecía de un gris plomo y asesino.
—¿Dónde está él?
—En la comisaría central, permanecerá aquí hasta que se lleve a cabo su proceso.
—Estaré allí en quince mi