Capítulo 101. Déjame ayudarte.
Una media hora después, Harry se quedó dormido en los brazos de Lyanna, con la cabeza apoyada pesadamente en su hombro y una mano pequeña aferrada todavía a la tela sucia de su vestido, como si temiera que ella desapareciera si la soltaba.
Ares se acercó en silencio. Sus movimientos eran fluidos, contenidos.
—Déjame llevarlo a la cama —susurró, extendiendo los brazos.
Lyanna sintió una punzada de pánico al perder el contacto físico con el niño, su única ancla en medio de la tormenta, pero asintió.
Sus propios brazos temblaban por el esfuerzo y el dolor de sus costillas magulladas. Ares levantó a Harry con una delicadeza que contradecía su tamaño y lo depositó en el centro de la inmensa cama con dosel, cubriéndolo con el edredón de plumas.
Cuando Ares se enderezó y se giró hacia ella, la habitación pareció encogerse.
Ya no estaba el niño para hacer de escudo. Ya no estaba Greta para hacer de villana. Solo quedaban ellos dos. Un hombre que la miraba con una intensidad devoradora y ella,