Capítulo 102. Piel limpia, memoria vacía.
Lyanna miró su mano grande. Luego miró sus ojos grises. Había algo en ellos que la desarmaba. No había lujuria, ni burla, ni lástima. Había una oferta de servicio.
—Prometiste no tocarme —susurró ella, aunque su voz carecía de fuerza.
—Prometí no tocarte de una manera que no quisieras —corrigió él suavemente—. Esto es cuidado, Lyanna. Nada más.
Ella dudó un segundo más, mordiéndose el labio inferior, pero el dolor en sus brazos y el frío de las gotas cayendo por su espalda la convencieron. Además, estaba cansada. Cansada de luchar contra todo.
—Está bien —accedió en un susurro.
Ares señaló el taburete acolchado frente al tocador de la habitación.
—Siéntate ahí.
Lyanna obedeció. Se sentó frente al espejo, pero evitó mirar su propio reflejo. No quería ver a la extraña limpia. Quería cerrar los ojos y desaparecer.
Ares se colocó detrás de ella. Tomó una toalla grande y esponjosa de un estante.
Cuando la toalla descendió sobre su cabeza, Lyanna contuvo la respiración. Esperaba movimientos