La inusual dulzura de Vladimir.
Vladimir llevaba con el a Rafaela, ella se había quedado dormida en el camino recargada en su hombro, parecía que realmente su aroma calmaba al bebé, y por fin había dejado descansar a su madre.
Al llegar al estacionamiento del penthouse, él cargó a la bella ojiverde y subió el elevador hasta su alto piso.
— Señor, que bueno que está de regreso, oh, la señorita Rafaela viene con usted, ¿Quiere que ordene que preparen la cena? — El mayordomo Peter recibía a su joven señor.
— Si, pide que preparen platillos saludables que nutran a una mujer embarazada.
— ¿Esta diciendo que la señorita Rafaela le va a dar a su heredero? Pero que felicidad, lo felicito jóven señor, creo sin duda que será un bebé hermoso.
— Gracias Peter, me avisas cuando esté todo listo. — El ojigris se dirigió a su habitación para acostar a su novia, ella se envolvió en la sábana que olía al padre de su hijo, parecía estar muy cómoda, lo que agradó al heredero, se sentó a su lado y puso su mano en el vientre