Huye a México, Emiliano.

El CEO Mendoza no entendía nada de lo que su hijo hablaba, pero ya estaba muy intrigado por saberlo.

— Te hice una pregunta Emiliano, ¿Quiero saber que está pasando y de que hablas?

— No estoy seguro si debería de decírtelo papá, no sé cómo lo vayas a tomar, quizás sea algo que te va a molestar mucho.

— Si piensas que me voy a molestar es porque lo que sea que hayas hecho estuviste mal, ¿Cierto?

— Si, nunca debí cruzar esa línea, pero ya está hecho, y nada me arrepiento.

— Entonces habla ya, deja de darle tantas vueltas al asunto. — La paciencia no era el fuerte del CEO Mendoza.

— La noche de la fiesta de las trillizas... Esa noche yo... Tomé a una de las gemelas Darkok.

— La tomaste y... — El CEO todavía no entendía del todo, podría haberla tomado para bailar, para salir al jardín a pasear.

— !Pues eso papá, hice mi a Ángela Darkok en mi antigua habitación!

El rostro del CEO padre era un poema, de pronto estaba hasta un poco pálido, con una expresión de inc
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