Aunque fue un golpe muy duro para el padre que su pequeño no pudiera tener por el momento una vida normal, estaba dispuesto a cuidarlo veinticuatro siete de ser necesario.
Para ese momento los asistentes habían contratado a cuatro enfermeras de las mejores del hospital para que atendieran al niño, dos para el día y dos para la noche. Si pudiera se quedaba con el pediatra también, pero eso le pareció algo exagerado al galeno.
De pronto, el niño que había permanecido dormido, despertó pidiendo alimento, las enfermeras le enviaron la mamila para dársela, pero el padre pidió alimentarlo.
— Ven aquí pequeño Vladimir, te demoraste algo de tiempo para pedir comida, tienes que pedirla más seguido, el médico dijo, pocas onzas de leche, pero más frecuentes. Te voy a estar vigilando muy de cerca.
El niño comenzó a mamar el tetero, estaba despierto y abrió los ojos. Tenía unos hermosos ojos grises heredados por él.
— Quiero verlo de cerca.
— Yo también, jefe, quiero conocer al