Capítulo 5

POV Ángela

Esa oscuridad otra vez…Ese maldito sótano otra vez.

Mi cuerpo temblaba. En mi pesadilla, tenía veintiuno, pero los gritos resonaban como si aún tuviera quince. Delante de mí, mi padre—esa bestia con apariencia humana—me miraba con ojos llenos de ambición, me dio una bofetada que hizo que me sangrara el labio.

—¡Solo necesitas aguantar una noche con el jefe! —me gritó—. Si lo logras, me ascenderán… tendremos dinero, respeto.

—¿Quieres que acabe como Amelia? —le respondí, con furia en mis ojos, todavía recordando cómo arrojaron el cuerpo de mi hermana como un perro moribundo frente a la casa.

—¿Para que me maltraten hasta dejarme como ella? ¿Fría? ¿Muerta?

Él sonrió.

—Ella no supo satisfacerlo. Tú sí sabrás.

Vi el cuchillo sobre la mesa. Sin pensarlo, lo tomé y lo acerqué a mi cuello con manos temblorosas.

—¡Hazlo! —se rió, encendiendo un cigarro—. Si tú no lo haces, enviaré a tu madre. Esa borracha no sirve para nada.

La ira me consumió. Quise clavar la hoja, acabar con todo. Pero algo me detuvo. No por ella. No por él. Sino por mí. Porque aún quería vivir. Porque me prometí que algún día escaparía de ese infierno.

**

Desperté empapada en sudor, respirando con dificultad, con la garganta seca y el corazón latiendo rápidamente como si hubiera corrido mucho. La habitación estaba oscura. Pero no era el sótano. Era la mansión. La prisión disfrazada donde ahora vivía.

Fui a la cocina a buscar agua. El silencio de la madrugada tenía una carga diferente. Pero antes de entrar, escuché voces. Me escondí, dejándome llevar por el mal hábito de espiar para sobrevivir.

Era Bruno. Su voz era inconfundible, dura como el hielo.

Delante de él, otro hombre de igual oscuridad: Draco, o al menos eso creí escuchar.

—¿Cuándo le dirás la verdad? —preguntó el visitante mientras servía un whisky sin hielo.

—¿De qué hablas? —contestó Bruno, con esa tensión que se notaba en su mandíbula.

—De por qué la elegiste. Podrías haberte casado con Kassandra. ¿Por qué ella? ¿Por qué Ángela?

Un silencio pesado llenó la cocina. Bruno apretó el vaso entre sus manos.

—Ella no necesita saberlo —dijo finalmente, y bebió de un trago—. Solo quiero la cabeza de su padre. Por lo que me contó, a ella no le importa… incluso creo que me lo agradecerá.

Draco suspiró. No añadió nada más.

Y yo… me quedé paralizada.

¿Mi padre? ¿Qué sabían de él?

¿Desde cuándo estaba involucrado en todo esto?

¿Fue casualidad que conociera a Bruno, o ya estaba destinada a esto?

El miedo recorría mis piernas. Regresé a la habitación sin hacer ruido. Me puse una sudadera, unos tenis y me recogí el cabello. El aire exterior estaba frío, pero dentro de mí ardía la desesperación.

No podía quedarme allí. No si pensaban aprovecharse de mí. No si todo esto formaba parte de un plan.

Abrí la puerta trasera de la mansión, tratando de mostrar confianza. Los guardias me inclinaron la cabeza en señal de saludo. Eso me tomó por sorpresa… pero fue una ayuda. Aceleré el paso, simulando que iba a correr.

Caminé durante una hora. El camino era extenso y solitario. No había ningún auto. Ni una estación de gasolina. Ni siquiera un farol. Solo había árboles, rocas y un cielo gris.

Aun así, no me detuve. Con cada paso, sentía que me alejaba de la pesadilla. Si lograba encontrar un tren, un autobús o una persona amable, podría escapar como lo hice hace cinco años. Me volvería invisible.

Pero la noche no estaba de mi lado.

Una furgoneta oscura apareció de repente. Detuvo en seco frente a mí. Dos hombres bajaron sin decir nada. Corrí. Luché. Mordí. Grité. Pero fue en vano.

Lo último que percibí fue un golpe contundente en la parte trasera de mi cabeza. Luego… oscuridad.

**

El mundo comenzó a girar de nuevo, con lentitud. Inicialmente, sentí un murmullo distante de voces, luego el olor ácido del miedo que se adhirió a mi piel. . .  y finalmente, la luz. Una luz brillante me hizo entrecerrar los ojos cuando alguien retiró la venda. Parpadeé, aturdida, tratando de ver claramente la figura que se perfilaba frente a mí.

—¿Te has vuelto loca?

La voz de Bruno resonaba como una descarga eléctrica. Cada palabra estaba repleta de ira reprimida.

—¿Te atreves a salir de la mansión a pie, sin protección, como si nada? ¿Acaso deseas que te maten?

Sus ojos me atravesaban. No obstante, esta vez no me encogí, no aparté la mirada ni temblé. Algo dentro de mí se había roto. . .  y de esas fisuras comenzaba a surgir algo nuevo.

—Prefiero eso. . .  a que tú me devuelvas a Rusia —le respondí, con un tono áspero pero decidido—. No pienso regresar a ese infierno.

Su ceja se levantó, mostrando una mezcla de sorpresa y desprecio.

—¿Estabas escuchando?

—No era mi intención. Pero sí. . .  oí lo suficiente como para entender que me estás manipulando. Que este matrimonio no es más que una táctica. Otra más en tu juego sucio.

Se quedó callado. Su mandíbula se tensó. Caminó de un lado a otro en la habitación como un león enjaulado. Por un momento, parecía luchar consigo mismo. Luego se plantó frente a mí y me miró. . .  de manera diferente. Como si estuviera a punto de mostrarme su verdadero rostro.

—Te diré algo —dijo, con un tono que ya no sonaba a ira, sino a rendición—. Y después. . .  tú decidirás.

Lo observé sin parpadear. Sentí que algo se aproximaba, algo que podría desmoronarme aún más. Sin embargo, no me aparté.

—Tu padre. . .  —tomó aire profundamente—. Es el líder de una de las redes de trata más brutales de Europa. Trafica con mujeres. Las destroza. Las vende. Las elimina.

El mundo se paralizó.  Sentí que el suelo se hundía bajo mis pies. Las palabras caían sobre mí como cuchillas. Aun así, una parte de mí. . .  ya lo sabía. Siempre lo supe. Solo que ahora alguien lo decía en voz alta.

—He pasado años buscándolo —continuó Bruno—. Intenté infiltrarme, desmantelarlo desde dentro. Cuando supe que tenía una hija desaparecida, pensé que podrías ser útil. Una forma de acercarme a él. Encontrarte en ese pueblo fue una suerte, luego comprobé tu identidad y vi la oportunidad. Por eso me casé contigo.

Tuve ganas de gritarle. De golpearlo. De maldecirlo por cada mentira, me siento usando, además fui obligada a dejar mi vida. Pero permanecí quieta. Porque no había terminado.

—Luego mandé a investigarte. . .  a fondo. Y fue entonces cuando lo descubrí.  Él no te busca. No habla de ti. No te extraña. Para él, no eres nada. Ni siquiera un recuerdo.

Una sensación helada se asentó en mi pecho. No por la pérdida. . .  sino por la confirmación de que nunca fui su hija. Solo un estorbo. Un cuerpo que podía ser vendido si era necesario.

—Entonces comprendí que no eras simplemente una herramienta. . .  sino otra víctima. Similar a muchas. Como tu hermana.

Mi cuerpo se estremeció. El nombre de Amelia seguía siendo una herida abierta. Cerré los puños, sintiendo que la ira me consumía por dentro.

—¿Y qué sigue ahora?  —susurré, con la garganta apretada—. ¿Quieres que te dé las gracias por decírmelo?

Él sacudió la cabeza.

—No. Quiero que sepas que puedo entregarte su cabeza. En un sentido literal. Como compensación. Por todo lo que te quitó. Solo tienes que decirlo.

Lo observé. De manera lenta y cuidadosa. Y por primera vez, vi más allá del criminal, del esposo, del manipulador. Vi a un hombre… listo para cruzar una frontera por mí.

—Acepto —respondí, cada palabra cargada de intensidad—. Pero quiero que tú no lo mates.

Él arrugó el ceño, confundido.

—Quiero hacerlo yo. Quiero mirarlo a los ojos cuando muera. Quiero que entienda que Amelia no se fue sola. Que la niña que él intentó eliminar… regresó con una daga en la mano.

Bruno asintió. No pronunció palabra. Solo me observó con un tipo de respeto inusual, como si realmente me viera por primera vez.

—Entonces, ve a prepararte. Regresaremos a tu país.

Así, me levanté. No como una víctima. No como una esposa destrozada. Me levanté como alguien que despierta de un largo mal sueño, con un deseo de justicia.

Esta vez, yo decidiría cómo terminar la historia.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP