POV Ángela
El jet privado de Bruno aterrizó como un halcón en la pista privada de país natal, donde la justicia se vende al mejor postor y la policía te reconoce si pagas lo suficiente, no se hacen preguntas siempre que tengas dinero, sangre fría… o ambas.
Desde el cielo, todo se veía tranquilo. Desde el suelo, olía a descomposición disfrazada de nieve.
Bruno permanecía en silencio, miraba por la ventana mientras sostenía una copa de whisky. Impasible. Dominante. A veces me preguntaba qué pensaría al mirarme.
¿Una esposa? ¿Una pieza más en el juego? ¿Un reflejo de sí mismo?
El coche que nos recogió era un Rolls Royce negro sin matrícula. Por fuera, los cristales eran oscuros. Por dentro, cada costura estaba diseñada para resistir balas. Era más un refugio que un vehículo. Aun así, no me sentía segura, nada me podía acercar a eso.
—Quiero ver el lugar donde crecí —exclamé.
Bruno no apartó la mirada de la computadora portátil que Fabiola le sostenía.
—No es prudente.
—No te estoy pidien