CAPITULO 26.
POV ÁNGELA.
El ambiente en el centro de control era más pesado de lo habitual, como si el aire mismo estuviera cargado de presagios oscuros, apretando mi pecho con una mano invisible que me recordaba lo frágil que era todo. No era solo el calor sofocante de las luces industriales que iluminaban el almacén reconvertido, ni el zumbido constante e irritante de las pantallas y servidores que parpadeaban como ojos vigilantes. Era esa sensación visceral, el nudo en la garganta que surge justo antes de que ocurra algo significativo, algo que podría romperme para siempre. Me sentía atrapada en una jaula de tecnología y estrategia, mi mano instintivamente posándose sobre mi abdomen, protegiendo al ser diminuto que crecía dentro de mí, el que me daba fuerzas para no derrumbarme.
Estaba sentada frente a la mesa principal, el café en una taza olvidada perdiendo calor a mi lado, su aroma amargo mezclándose con el olor metálico de la electrónica. Venus, con su eficiencia habitual, ajustaba los auri