—¡De verdad! — Dalila sonrió como si no le importara—. Ya explicaste tu razón. Lo entiendo.
Cariño, eres lo más importante para mí. No dejes que tus pensamientos se descontrolen. Tu lugar en mi corazón no ha cambiado nada, y no me divorciaré de ti por esto. No vuelvas a pensar en el divorcio.
En cuanto a Artemisa, no tienes de qué preocuparte. Cuando llegue el momento, organizaré su cirugía.
—Mmm.—
Dalila asintió de nuevo. —Entiendo—.
Albert Kholl la observó un rato más, todavía un poco preocupado. —¿De verdad crees todo lo que dije?—
—Mm, realmente lo hago.—
—¿No pensarás demasiado en esto?—
—Mmm, no lo haré.—
—¿No me estás mintiendo?—
—¡No!—
—De acuerdo. —Exhaló un suspiro de alivio y le dio una palmadita en la cabeza, antes de dejarle otro beso—. ¿Me voy al estudio entonces?
—Mm, continúa.—
Albert Kholl dijo con ternura: —¿No le dan el alta a Artemisamañana? Mañana estoy libre, podemos ir a recogerla juntos—.
Dalila asintió. —Mmm, el médico dijo que puede recibir el alta mañana—.