YA NO SOY VIRGEN

Albert Kholl se quedó sin palabras. —…—

Respiró hondo, con la mirada llena de control, tolerancia y cierta impotencia. —¿Tienes que decirlo ahora mismo?—

—¡Mmm!— Dalila asintió.

—... Bueno, dilo entonces. ¿Qué pasa?

Dalila vio la pasión en sus ojos y se mordió el labio. Dijo con firmeza: —¡Ya no soy virgen!—.

Ella pensó durante mucho tiempo y finalmente decidió que debía contárselo antes de que él lo descubriera por sí mismo.

Se le debería dar la opción de elegir si quiere continuar con ella después de enterarse de esto.

Si... él sintiera que ella estaba demasiado sucia y no quisiera tocarla más, ella lo entendería perfectamente.

Él todavía era virgen y tenía derecho a esperar que su pareja fuera igual.

Albert Kholl estaba atónito. La sorpresa en sus ojos no era demasiado evidente, pero sí inconfundible.

Parecía que nunca esperó que ella dijera eso.

Dalila pudo ver claramente su reacción. Aunque comprendía sus sentimientos, aún se sentía un poco herida.

Un poco... triste.

Como ella
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