ENTONCES... ¿NO ERAS FELIZ?
Dalila guardó silencio unos instantes. Aunque odiaba romperse el corazón, dijo: «Tía Camell, no estoy siendo impulsiva. Tomé esta decisión después de pensarlo mucho. Camell y yo jamás podremos volver juntos».
Ella no sabía que cuando dijo eso, Albert Kholl se detuvo por un momento y se quedó detrás de ella.
Un rato después.
Dalila bajó el tono de voz. —Tía Camell, no te preocupes. Aunque Camell y yo rompimos, siempre podemos vernos si me extrañas—.
—Está bien, ya lo sé. Iré.
Dalila colgó.
Frunció el ceño ligeramente mientras guardaba su celular y le dijo a Artemisa: —Artemisa, necesito ir a casa de la familia Camell. Él y yo teníamos un contrato matrimonial, será mejor que hablemos de esto formalmente con sus padres—.
Mientras decía eso, la expresión del hombre que estaba detrás de ella se oscureció.
Artemisa lo vio y rápidamente intentó insinuarle algo.
Dalila observó cómo sus párpados parecían temblar. — Artemisa, ¿estás bien?—
Artemisa se quedó sin palabras.
—Hermana, tu cuñ