El edificio de Hill Enterprises se alzaba majestuoso bajo el cielo grisáceo de Madrid. Desde la entrada principal, el movimiento era constante: secretarias con carpetas, ejecutivos hablando por teléfono, asistentes que corrían entre reuniones. El aire olía a café y a poder, y entre todo aquel dinamismo, Leah Hill cruzaba el vestíbulo con paso firme, intentando ignorar la sensación de estar entrando en territorio enemigo.
La jornada apenas comenzaba y, sin embargo, el ambiente ya le parecía pesado.
Al llegar a su oficina, se encontró con una pila de documentos sobre su escritorio: carpetas selladas, planos de diseño y correos impresos. En la parte superior, una nota con la caligrafía elegante y precisa de Kevin.
"Quiero avances antes del mediodía. —K.H."
Leah suspiró, conteniendo la irritación que empezaba a subirle por la garganta. Aún no eran las nueve, y su esposo —o mejor dicho, su jefe— ya había encontrado una nueva manera de poner a prueba su paciencia.
—Perfecto… —murmuró e