Danna ni se despidió de su amiga, solamente se subió al auto de Ernesto con un rostro de molestia bastante visible.
-¿Mi amor, para donde van tu amiga y tu prometido? Preguntó Marco a Emma.
-Ay papá, ese jefe nuestro no deja a Ernesto ni descansar, ya no sé qué más hacer, según Ernesto ya cuando nos casemos todo será diferente, la reunión de Ernesto es camino a la casa de Danna, así que pasará dejándola, porque mi auto no quiso arrancar, un mecánico lo verá hoy y ya mañana me lo devolverán, eso espero.
Marco tomó a Emma del brazo y salió de la iglesia, la llevó a uno de los jardines del frente.
-¿Amor, tú estás segura de que Ernesto es el hombre de tu vida?, sabes, cuando conocí a tu madre, supe que era la mujer con la que quería estar toda mi vida.
-Papá, por supuesto, yo amo a mi prometido, ustedes han estado tan extraños últimamente, no me voy a morir, solamente me voy a casar.
Al llegar a casa, la madre de Emma entró a su habitación con una chocolate caliente, la noche estaba fría y Julia sabía perfectamente que le gustaba a su hija, Emma estaba empacando la ropa que llevaría a su luna de miel, sería en un viaje a Hawái, ella prefería ir a Italia o a Grecia, pero Ernesto deseaba conocer Hawái, así que otra vez Emma había decidido complacerlo, sus padres les habían obsequiado la luna de miel, ellos sabían que su hija deseaba ir a Italia, no entendían porque había cambiado de opinión, suponían que por ser playa le gustaba un poco más.
-Mi vida, sabes, cuando conocí a tu papá y él me miró a los ojos, yo sentí una electricidad que recorría todo mi cuerpo, cuando me dio la mano por primera vez, en casa de tu abuela María, yo no deseaba que me soltara, quería estar de la mano con él siempre, mi corazón latía fuerte cuando nos quedábamos a solas y me ponía nerviosa al sentir que me miraba.
Mientras Julia contaba todo eso a su hija, ella pensaba en Noah Connor, lo que su madre decía, era lo que realmente le sucedía con ese hombre que acababa de conocer, toda esa descripción que su madre daba la hacía pensar en su jefe, en esos ojos negros que le aceleraba el corazón.
-Mamá, si lo que quieres es que te responda si es Ernesto el hombre de mi vida, la respuesta es sí, sí lo es.
-Bien, bien, solamente quiero que estés segura y si no funciona, acá está tu casa y tu mami que te recibirá con los brazos abiertos, yo te doy todas las bendiciones del mundo y pediré a Dios para que Ernesto sea igual a tu padre, un hombre de verdad.
-Así será mamá, no te preocupes.
Emma no le comentó nada a sus padres sobre el contrato que había firmado, ella quería agradecerle a Ernesto por lo que había hecho por ella, al pedirle a su amigo que la contratara como una de las doctoras principales en la empresa.
El día siguiente, Emma entró a la empresa y el guarda de seguridad, le entregó las llaves de su auto, solamente que había un detalle que Emma no podía dejar pasar, ya no estaba el llavero que decía Lexus, en su lugar, había un hada de cristal colgando de sus llaves, y con las llaves una nota.
-“Lo siento por su llavero señorita Wright, pero se me cayó y se me perdió, yo personalmente compré el hada, usted sabe si la tira o la guarda, es de mi joyería, si no te gusta, también te doy la opción de cambiarla” con cariño Noah.
Emma cuando leyó la nota, sonrió tontamente como quien lee un mensaje del amor de su vida.
-Gracias Juan, dijo ella al guarda de seguridad.
Ese día Emma cuando miraba el hada en sus llaves, sonreía.
-Oye, estás algo extraña hoy Emma, ¿será que el beso del señor Connor te tiene en las nubes?
-Clara, por supuesto que no, que te pasa, yo amo a mi Ernesto.
-Bien, yo solamente decía, pero bueno, que vamos a hacer si amas a Ernestonto, no sé qué le ves, pero es tu problema, dijo Clara riendo.
Ese día Emma tomó posesión de su nuevo consultorio, ya no trabajaría con Clara en el mismo lugar, sino que en la puerta de su consultorio se podía leer una placa “Dra Wrigth”, cada vez que ella leía ese nombre, se sentía muy orgullosa, aparte sabía que su economía mejoraría grandemente y eso haría que ella y Ernesto, pudiesen vivir mucho mejor.
A eso de las ocho de la mañana, un gran ramo de flores llegó al consultorio de Emma, ella muy emocionada, tomó la tarjeta, por supuesto que imaginaba que era de su prometido, felicitándola por el ascenso en el que él tenía mucho que ver, al pedirle a su amigo Noah que ayudara a su novia a ser una doctora más en su empresa.
“Espero que sean de tu agrado, bienvenida formalmente a la empresa” Noah Connor.
Ese detalle hizo que Emma temblara, había estado pensando demasiado en el señor Connor, para ser exacta desde que su madre describió lo que sintió por su padre cuando lo conoció.
-Raque, puedes averiguar si el señor Clayre está en su oficina, dijo Emma a su secretaria.
-Si señorita, ya se lo comunico.
-Hola amor, gracias por el detalle de hablar con el señor Connor, ayer mismo me ha dado el ascenso, sé que te lo debo a ti, te amo.
-Ah, este, sí, claro, es por mí que tienes ese puesto, no lo olvides amor, para eso somos una pareja.
¿Cuándo tomas posesión de tu nuevo consultorio?
-Hoy amor, de hecho, ya he atendido a mis dos primeros pacientes, estoy feliz, gracias, te invito a cenar para que celebremos.
-Que bueno, no, hoy no puedo, ya sabes, Noah, ahora más que nunca no lo puedo dejar, debo agradecerle que te diera el trabajo, me necesita la noche, así que celebraremos después.
-Bien amor, nos vemos, seguiré trabajando.
Así pasaron los días, el señor Noah Connor llegó de sorpresa a la empresa el viernes.