— ¿Por qué?… ¿por qué señor si sé que usted le da chance a las empresas? ¡Le estoy mostrando un buen plan, solo necesito algo de tiempo! ¡¡Se lo estoy rogando!!
Tiró su orgullo por el suelo e incluso se arrodilló delante de Stefano que ni se inmutó.
— Simplemente, porque te metiste con la mujer equivocada, ¡salgan!
Ordenó a los empleados y solo se quedó el secretario de su confianza.
— ¿La mujer equivocada?
— Carlotta Rinaldi, esa mujer que mandaste a asesinar por unos sicarios – le dijo con rabia y el Sr. Conti palideció.
¿Cómo sabía eso?
— ¡Ella… esa mujer asesinó a mi hijo junto con su amante!, ¿por qué la defiende? – se alteró de repente levantándose.
¡BAM!
Stefano golpeó la mesa con ira.
La palabra “amante” en particular, lo irritaba demasiado.
— ¡¡Esa mujer es intocable!!, ¿entiendes? ¡Tu compañía no es nada comparado con lo que perderás si vuelves a amenazarla y ahora mismo retiras los cargos contra Luca Fabbri!
— ¡¿Qué?! ¡Jamás, no lo haré, aunque se quede con mi compañía!
—