— Tengo que admitir, que esto resultó mucho mejor que la locura que hicimos con esa stripper a los 18 años.
Fabio le dijo a Stefano fumando su cigarrillo en la terraza del Penthouse.
Disfrutaban relajados, después de saciarse, en una buena noche de sexo, con una increíble mujer que los puso a sudar a los dos.
— Ni siquiera compares ese desastre, con esto – Stefano bufó dando una calada a su puro.
— Vaya, vaya, para ser el que no sería arañado por la tigresa, el hombre fiel a la tusa de Valentina, te vi metiéndola hoy con todo hermanito y tu espalda es una obra de arte llena de arañazos, ¿quién lo diría?
— Fabio vete al carajo, qué quieres que te diga, que tenías la razón, pues te jodes.
Le respondió resoplando y mirando la voluta de humo que se elevaba en el cielo nocturno.
Este hotel, que era de ellos, sobresalía en altura a los demás edificios cercanos, de la bulliciosa ciudad cosmopolita.
Hoy, habían perdido miles, solo por tenerlo sin un cliente para la privacidad, pero había vali