El morbo del momento se fue a volar por la ventana.
Carlotta reaccionó primero, tapándose los senos con las manos y levantándose con torpeza para recoger la bata sobre la alfombra y ponérsela.
A Stefano, en vez de nerviosismo, lo que le daría, sería un dolor terrible en las pelotas.
Miró a su entrepierna, bien abultada, la polla casi afuera y con restos húmedos del coño de la Duquesa.
Debería tener ahora mismo cargo de conciencia por haber estado a punto de romper su promesa con Valentina, sin embargo, la verdad, lo único que sentía era una gran frustración.
Toc, toc
— Stefano, ¿de verdad vas a crear esta barrera entre nosotros? Solo por esa muj…
— Valentina, dame un momento.
Stefano le habló, medio molesto y exasperado, acomodándose el saco, cerrándolo adelante a ver si tapaba algo el pico del Monte Everest en su entrepierna.
Un descuido y Valentina, sin saberlo, hablaría con Carlotta presente, del asunto privado entre ellos.
— Carlotta, yo…
— Está bien, creo que no era un