-Zaira llegó a la casa, dio un beso a su madre y se dispuso a arreglarse para la cena, ya Arnold la había informado acerca de los planes.
Ella con un hermoso vestido en color azul, que hacía resaltar su blanca piel y su hermoso cabello negro azabache, ahora parecía una mujer distinta a la que trabajaba en la cafetería; su cabello bien arreglado en ondas que caían sobre sus hombros, una manos bastante cuidadas y la ropa de diseñador que siempre había utilizado, todo eso era regalo de Arnold, Zaira no había pedido nada, pero el día después de que se mudaron a la casa, cuando ella regresó de trabajar, su armario estaba lleno de ropa de diseñador para toda ocasión, toda de un excelente gusto, calzado y joyas, así como un grupo de personas que se encargarían de su aspecto físico, Arnold era un hombre con buen gusto y se había esmerado en conseguir lo mejor para su bella sobrina, ella muy apenada le dijo que no era necesario, que ella compraría todo lo que necesitaba, pero Arnold hizo caso omiso a aquellas palabras.
Era por esa razón que la chica tenía de todo y en cantidad, igual que cuando su padre estaba con vida y la consentía como la niña de sus ojos, su madre no se quedaba atrás, Arnold había hecho lo mismo con ella.
Zaira muy astutamente le había hecho prometer a su madre que no le diría nada a Arnold acerca de la deuda que tenía de los dos millones de dólares, que ella se encargaría de pagarla con su salario, que ya Arnold había hecho lo suficiente por ellas, su madre estuvo de acuerdo en ese aspecto, así que no se habló más del tema.
A eso de las siete y treinta de la noche, Arnold pasó a recogerlas, él como siempre impecable, con un traje entero en color arena, era un hombre muy atractivo.
-Bien mis hermosas mujeres, se ven divinas, hoy seré el hombre más afortunado y envidiado de la noche, saben, iremos a mi restaurante favorito, el Trattoria da Vinci, me habría encantado que Berat hubiese podido cenar con nosotros, él desea conocerlas, pero hasta la próxima semana podrá estar con nosotros.
-Tío Arnold, ya pronto estará aquí, no conozco a Berat, pero ya lo amo, dijo Zaida riendo, ese hombre te hace feliz con solo verte hablar de él.
Todo fue risas en el auto hablando de Berat, Dana había hablado con el novio de su amigo por teléfono en algunas ocasiones, pero cuando Arnold estuvo en el hospital en Turquía, perdieron comunicación.
Al llegar al restaurante, Arnold tomó a las dos mujeres del brazo y entró al privado que había reservado, una mesa para tres personas, la decoración espectacular, como siempre cuando Arnold daba especificaciones para decorar.
El privado era un salón que tenía vista a un bosque iluminado, los ventanales gigantescos y una mesa antigua de muy buen gusto con sus respectivas sillas, un lugar en donde había una persona que tocaba violín.
Zaira ya había llamado al restaurante para pedir que buscaran un pastel, esto para sorprender a Arnold.
La cena de cumpleaños estuvo exquisita, la pasaron bien, a eso de las ocho y treinta de la noche, Zaira se levantó de la mesa y fue a buscar a una chica que le ayudara para lo del pastel.
Al salir del privado, casi en la puerta de este Zaira chocó con alguien, ella iba respondiendo un mensaje de texto a Rina, así que no iba mirando hacia el frente.
-Lo siento, disculpe, venía un poco distraída, dijo la chica sin mirar a la persona con la que había chocado.
-¿Zaira? Dijo el hombre, quien no era otro que Dante Fabbri.
-Buenas noches, dijo Zaira bastante nerviosa al ver al hombre, quien intentaba observar con quien estaba la chica en el privado, pero la puerta estaba semi abierta, de igual manera no se podía observar nada.
Zaira miró a la hermosa mujer que llevaba Dante del brazo, ella al observar la reacción de Dante al ver a Zaira y la miraba de la chica hacia el hombre, ella tomó más fuerte su brazo.
-Guapo, seguimos, muero de hambre, dijo la chica, desviando la atención del hombre.
En ese momento, Zaira se dio cuenta de que estaba mirando al hombre a los ojos, en ese punto ella no sabía el nombre ni quién era, pero sabía que le era bastante atractivo y el recordar la noche que habían pasado juntos, hacía que un escalofrío recorriera todo su cuerpo.
-Con permiso, que tengan una hermosa velada, dijo Zaira continuando su camino hacia recepción.
El restaurante era bastante exclusivo, no cualquier persona podía darse el lujo de cenar en ese lugar, había que hacer una reservación con mucha antelación, sin embargo hombres como Fabbri y Stone, tenían un reservado exclusivo para cuando ellos así lo quisieran, esto porque eran personas adineradas y el restaurante les ofrecía ese servicio por una gran suma de dinero.
Dante fue a su reservado, pero no tuvo paz al imaginar a Zaira teniendo sexo con alguien en el reservado que estaba al lado del suyo.
Olivia le hablaba, le contaba sobre sus logros y contratos, pero él tenía la cabeza en la hermosa chica del vestido azul con quien acababa de coincidir.
Por otra parte, Zaira tuvo que pedir un vaso de agua a la chica de recepción, el hecho de haber vuelto a ver a aquel hombre la había dejado algo nerviosa.
-¿Dante, que pasa, desde que viste a la chica del privado, tu estas muy distante, dime, de donde conoces a esa niña?
-No, no, es solo que recordé un contrato, no es nada, discúlpame, dijo él sin decir nada acerca de Zaira.
Por supuesto que Olivia no creyó nada de lo que el hombre le dijo, ella conocía a la perfección a Dante como para saber que la chica le gustaba y mucho.
Zaira volvió con el pastel al privado.
-Tío, feliz cumpleaños, te amamos con el alma, dijo Zaira, mientras que ella y su madre abrazaban a Arnold.
-Gracias mis princesas, ustedes son mi familia, las adoro, dijo el hombre sonriendo de alegría.
Dana se disculpó y fue al tocador después de cantar cumpleaños, mientras que Zaira y Arnold conversaban alegremente en la mesa.