La semana pasó, Dante no sabía qué hacer para contactarse con Zaira, él sabía que había hecho las cosas mal con ella, pero después de la fiesta en la empresa, no imaginó que ella lo hiciera pagar.
-Berat, gracias por pedirme ser tu padrino de bodas, de verdad que me ha impresionado mucho que me lo pidieras, si bien hemos desarrollado una amistad por negocios y por Zaira, aunque sinceramente es de que me odiaras por todo lo que hice, de veras, gracias, dijo Dante estrechando la mano del hombre.
-Dante, eres un buen amigo, todos, todos alguna vez en la vida cometemos errores, solo debemos enmendarlos, aun estas a tiempo, dijo Berat sonriendo de manera picara.
Una semana completa, tenía Dante de no saber nada de Zaira, hasta le dijeron que había salido del país, cuando se atrevió a llamar a Danna, ella le dijo eso, que su hija estaba en una isla del Caribe, que por favor se alejara de ella que al menos respetara la decisión que Zaira había tomado, el hombre aunque no estaba muy convencido y en contra de su voluntad lo hizo.
Estando ya en el salón de eventos del centro, estando espectacularmente decorado, todo gracias a Danna, entró Zaira, con su vestido en color gris oscuro, realmente se veía hermosa, Dante no pudo dejar de verla desde que entró por aquella puerta del brazo de su tío Arnold, la ceremonia comenzó pero Dante no se daba cuenta de lo que sucedía por ver a aquella hermosa mujer, Zaira por otra parte estaba muy nerviosa, ella amaba a aquel hombre y era evidente que deseaba besarlo y abrazarlo.
Cuando la ceremonia terminó, Dante se acercó a la chica con la intención de hablar con ella, sin embargo, su amiga Rina se adelantó y la llevó a la mesa, si bien en un principio eran pocos los invitados, ahora habían más de cincuenta personas en aquel lugar.
En la mesa principal, estaban todos los amigos cercanos de la pareja, Danna, Zaira, las amigas de esta y sus parejas, así como Emiliano y Claudia además Dante, quien estratégicamente estaba al lado de la hermosa chica de vestido gris.
-Dante, creo que has entendido en todo este tiempo que con mi niña no se juega, creo que la pasaste mal durante una semana, créeme, Zaira no la pasó diferente, dijo Danna mirando al gran CEO a los ojos, pero bueno, es algo por lo que tenía que pasar, sé que eres un hombre responsable, pero algo ingenuo, me disculpas pero así soy, no andaré por las ramas, ahora dime ¿crees que estás preparado para amar a mi hija como ella se lo merece?
Todos en la mesa de manera incomoda miraron a Dante, quien en lugar de estar apenado por lo que acababa de suceder, tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-Danna, me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo, me acabas de tratar como ingenuo y de mas, pero sí, estoy preparado para amar a tu hija como ella lo merece, todo lo que ha pasado en los últimos días, solamente me ha hecho ver que esta mujer hermosa es el amor de mi vida, nunca esta mujer, continuó él tomando a la chica de la mano, nunca tendrá queja alguna de mi es la mujer que amo más que a mi vida.
Cuando Dante dijo aquello Stella miró a Glen, quien no supo que hacer y desató las risas en la mesa.
-Todo está muy bien, pero falta lo más importante, dijo Dante tomando a Zaira de la mano.
¿Mi vida, tal vez no es el lugar más apropiado o lo que yo hubiese planeado, pero te gustaría compartir tu vida conmigo? Cuando hizo esta pregunta, el hombre sacó del bolsillo de su traje un espectacular anillo de diamantes, solo había uno en el mundo y Dante Fabbri lo ponía en la mano de la chica de quién se había enamorado como nadie en el mundo.
-Sí, claro que sí, eres el amor de mi vida, dijo la chica besándolo tiernamente.
-Santo cielo, esto va muy rápido, dijo Danna sonriendo, ella adoraba a Dante, pero le había hecho pasar un mal rato por su hija, pero el cariño estaba ahí intacto.
Todos se levantaron y felicitaron a la pareja por su compromiso, no era algo que no supieran, de hecho Berat y Arnold le habían dado la idea Dante de sorprender a la chica ese día.
Dante iba a casa de Zaira, las cosas las habían comenzado a llevar un poco más tranquilas, ya tenían fecha para la boda, las personas cercanas a ellos eran los únicos invitados, los medios de espectáculos ofrecían sumas exorbitantes a la pareja para poder trasmitir en vivo la boda, sin embargo, ninguno de los dos estaba interesado en que el día más importante de su vida fuera expuesto a escrutinio público, ya habían pasado mucho desde que se conocieron, ahora todo lo querían hacer mas intimo.
Olivia y Gemma estaban en prisión, ahí estarían durante muchos años, los cargos criminales habían caído sobre ellas por párete de muchos hombres que habían sido estafados, extorsionados y engañados por las dos mujeres, el doctor que ayudó a Gemma se quitó la vida para no ir a la cárcel, mientras que Horace sufría las consecuencias de haberse metido con la persona incorrecta.
En un pequeño mirador, cerca del lago, Dante y Zaira caminaban de la mano.
-Martita, hola, tanto tiempo sin verte.
-Hola mi niña, que gusto verte por acá, me tenías abandonada, que bueno verlos juntos, dijo la amable mujer.
-venimos personalmente a invitarte a nuestra boda, queremos que seas nuestra madrina de bodas, eres alguien especial para Dante y ahora lo eres para mí.
La mujer se conmovió hasta las lágrimas, ella era una mujer que no tenía dinero y que Fabbri y Smith le pidieran aquello, la hacía sentir verdaderamente especial.
-Ay niño, como se te ocurre que haré algo así, mírame, que haré yo en una mesa tan fina como la de su boda.
-Qué harás, acompañarnos en el momento mas importante de nuestras vidas Martha, siempre has sido importante para mí, jamás dejaría que no me acompañes, no sería lo mismo sin ti, tu eres parte de nuestra felicidad, vamos, no me vas a fallar, dijo Dante sabiendo que él tenía el poder de convencer a la mujer.
Martha se miró de arriba abajo, Zaira pareció leer su mente.
-Martita, dijo la chica tomándola del brazo, tu y mi madre tendrán un asesor de moda, las maquillarán y vestirán para el evento, si te incomoda lo del asesor me dices y lo quitamos del lugar, pero por favor, es importante para nosotros que estés ahí.
-Ay mi niña, está bien, no se te ocurra quitar al asesor, sino ese día seré un caos completo, dijo la mujer sonriendo.