Ámbar
Al abrir los ojos, el dolor no tarda en llegar. Si alguien me hubiera dicho antes que podía doler hasta las pestañas y las uñas de los pies, habría pensado que era una exageración.
Hoy descubrí que sí es posible disfrutar de un sexo tan violento. Después de que me dijera que no me dejaría ir, me hizo cosas que nunca pensé que alguien me haría.
Ni siquiera pensé en mi despecho. Era como si David y Jerónimo se hubieran vuelto uno solo, haciéndome olvidar mis culpas.
No puedo evitar reírme al intentar pararme y darme cuenta de que las piernas me tiemblan. Jerónimo, aunque fue amable durante la cena, se comportó como un pervertido en la cama. Aunque no tengo mucha experiencia en el tema, ya que solo he estado con un hombre, estoy segura de que me hizo casi todas las cosas que Ruth me ha contado que le han hecho sus parejas.
Suena horrible, pero estoy orgullosa y quiero presumírselo para que ella se sienta orgullosa de mí.
Mi euforia se va al traste al darme cuenta de que Jeróni