Mía
Mi familia detesta los autobuses. Yo tampoco soy un amante de transportarme en ellos, pero sí disfruto la sensación de libertad que me invade cuando estoy dentro, siendo uno más de los habitantes de la capital del país.
Si no fuera por mi misión, nunca habría estado aquí ni habría mostrado mi talento. Me alegro en parte, pero cada vez que veo a mi jefa y noto lo increíble persona que es, mi corazón se rompe más y más.
Ahora puedo comprenderlo todo y puedo decir que quiero estar aquí, que me quedaré sin importar las consecuencias. Por primera vez, alguien reconoce mi talento y quiere ver mi nombre en lo alto, en lugar de sepultarlo debajo del de mi hermana, quien está furiosa porque sus planes no salieron como quería.
Me alegro mucho. Ella no se merece alcanzar sus objetivos más importantes, ya que siempre ha ido por la vida aplastando a los demás, incluyéndome a mí.
Al fin brillaré por mí misma.
Cuando sé que estoy cerca de la estación en la que debo bajar, me levanto de mi as