David
—Los trabajos que envió antes eran grandiosos. Realmente me pesó tener que rechazarlos —me dice Lucía cuando le ordeno que acepte este último trabajo mediocre que entregó—. Este no es nada bueno, no se nota que se haya esforzado.
Frunzo el ceño al ver el mal diseño. Algo extraño está pasando con Ámbar, pues ya no parece esforzarse por los trabajos que hace. En cierto modo, me alivia, porque así nunca conseguirá la meta, pero algo dentro de mí me dice que hay algo más.
Aun así, no he podido volver a casa en dos semanas. No puedo verla a la cara y encontrarme con más reproches que hagan que esto se vuelva aún más extraño. Verla así me causa dolor, por lo que prefiero evitar cualquier encuentro.
Sin embargo, sé que al final tendré que volver. Dormir fuera y no poder tocarla ni controlar completamente sus acciones me está afectando demasiado. La única distracción que encuentro es la nueva colección de tiaras en la que estoy trabajando, aunque incluso eso no siempre logra sacarla de m