David
Conducir por la ciudad siempre me ha relajado. Me ayuda a olvidar mis problemas y me hace sentir libre, sobre todo cuando conduzco hacia las oficinas de esta empresa que fundé hace tan pocos años. Gracias al esfuerzo de cada miembro, ha prosperado. Es el único lugar donde puedo ser yo mismo, libre de la influencia de mi padre. Puedo diseñar a mi antojo sin que nadie sepa mi identidad. Ni siquiera Lucía, mi asistente, lo sabe, y no pienso compartirlo con nadie.
Si mi padre se entera, podría desmantelar mi empresa. Siempre ha querido que mis únicas preocupaciones sean ganar dinero en cantidades exorbitantes y estar rodeado de mujeres. Para que me dejara en paz, cumplí con sus deseos y, por suerte, nunca he tenido problemas.
Hoy, sin embargo, no me siento aliviado, sino todo lo contrario. Esto se debe a la actitud sospechosa de Ámbar, que comenzó con esa conversación en la exposición. Es altamente probable que mi falta de vigilancia haya contribuido a esta situación.
—Pues no más, P