LA GAZETTE.
Días después, la correspondencia había llegado, jean-Paul se levantó temprano, se vistió con su típico traje azul, se puso su sombrero, dejo atrás el pequeño hotel en el que se había hospedado días atrás, jean-Paul, saco su puro y lo encendió, camino lentamente en las calles empedradas de la ciudad.
Sus ojos observaban a las personas que iban de a pie, en las calles de la ciudad, un detalle le sorprendió, ¿Cómo pueden estar tan cómodos sabiendo de la existencia de ese hombre lobo que está rondando la ciudad? Se preguntó jean-Paul, dentro de sí, jean-Paul, siguió caminando en dirección del correo.
Habían pasado ya algunos minutos, y jean-Paul, llego al correo, se quitó el sombrero, y entro en él edifico del correo, que estaba en las cercanías de la plaza de la ciudad,
uno de los miembros del correo, se le acercó a jean-Paul, le dijo algunas palabras en vos baja, y luego se internó en la sala de correos, jean-Paul, se quedó esperando apoyado en el mostrador.
Minutos después, el joven qu