ETIENNE LE FON.
El silencio invadió la sala de la diócesis, Étienne Le Fon, estaba sorprendido, una larga gota gorda de sudor resbalo por su mejilla,
—no existe tal como una bestia de ese tipo, respondió Étienne Le Fon, hasta el momento lo único que recorre el condado es una historia de una bestia que ha atacado a algunos cazadores en las colinas de la ciudad, por qué si existiera tal bestia, ya se hubiese informado a París para que se enviasen refuerzos para la cacería de la misma. Jean-Paul, le miro de pies a cabeza, miro por instante la nota,
—mi estimado señor, algo aquí no parece ser real, porque contamos ya con testimonios, es mejor que UD coopere, en mis manos están los testimonios, e informaremos de su gestión y del gobernador de la ciudad, que es muy seguro que ha manipulado los datos, insistió jean-Paúl.
—¿Qué insinúas? Pregunto Étienne Le Fon, mi gestión siempre ha sido muy bien vista por el rey, ¿Por qué vendrías tú a manipular, y a usar de esta falsa noticia para desprestigiarme en mi d