Genoveva abrazó al conde con ternura, y se lanzó sobre con una pasión desenfrenada, el conde sabía que lo acababa de ocurrir, ¿pero ¿qué haré ahora? Le había prometido a Elisa que se casaría con ella, ¿podría hacerlo siendo el Faletto? El vampiro, el conde dragón, amaba a Elisa, pero no podía dejar a su hijo deshonrado, y sin familia, no era un monstruo de sea calaña.

El conde dragón comenzó a planear la forma de tener dos bodas, porque no podía dejar Elisa por ninguna razón, su amor por ella era absoluto, además el tenía una deuda con ella del pasado, un pecado que durante años le carcomía el alma, pero ese día, fue el error que lo atormentaba, pero ahora para el era demasiado tarde para solucionar aquel problema, ahora tenía que ir adelante.

Pero conocía de sobra a Genoveva, y estaba seguro de que le pediría que dejara a Elisa por el bien de su bebe, y por el bien de la relación, pero él no podía dejarla, lo que sentía por ella, era un amor profundo, tanto que haría todo lo posible