Kereem…
No hay guerras limpias y en familia, todas son personales.
La imagen de Hurem en la pantalla lo quebró, pude verlo. Sus ojos se abrieron apenas, su mandíbula se tensó, y por primera vez en años, la máscara de Naim se fisuró.
La sonrisa se puso en una línea al ver la imagen de su madre, sedada, sostenida por mis hombres en la sala de seguridad. Fue como si le arrancaran el alma del pecho, y pude notar como se apretó la mandíbula, mientras Janna soltó un gemido de espanto.
Sin embargo, las lineas de sangre en el cuello de mi hermana, me hervían la sangre, mientras que noté como Sanem en medio de su estado, se puso al lado de los niños, aunque Jamal estaba sosteniendo a Jade que desconocía todo lo que estaba sucediendo.
Y necesitaba hacer algo.
—Sé que no les importa morir —no miré a Naim, sino a todos los que estaban armados que lo apoyaban—. Sé que no les importa que les diga que el palacio está rodeado, y que todo el país estará en su contra. Sé perfectamente que prefieren vol