Terceros…
Un día antes…
El comedor principal del palacio estaba en completo silencio. Las copas de cristal refulgían con el reflejo de las lámparas colgantes, y el leve murmullo de los sirvientes retirando los platos apenas rompía la atmósfera espesa. Naim comía sin levantar la vista del plato, con la precisión de quien lo hace por costumbre, no por placer. Su rostro era impenetrable, como esculpido en piedra, mientras las mujeres sentadas en la mesa masticaban, viéndose unas a otras.
Desde hace una semana estaba siendo todo muy monótono, y las conversaciones solo eran aisladas.
Frente a él, Hanna lo observaba en silencio, con una expresión serena y perfecta, más pendiente de cada movimiento suyo que de la cena en sí, porque sabía que cualquier palabra mal dicha sería como cruzar un campo minado.
A su derecha, Sanem jugaba con su copa sin beber, con la mirada distraída, como si no terminara de encajar en ese lugar, mientras que Bahar, mantenía una sonrisa diplomática, cuchillo y tene