CAPÍTULO 49 AMOR Y REDENCIÓN
Kereem…
Bajamos.
El túnel descendía hacia un puto infierno de concreto, acero podrido y humedad congelada. Las luces parpadeaban con el ritmo de un corazón en estado crítico, y lo único que podía pensar era en cuánto faltaba para tenerla entre mis brazos. Asad iba a mi lado, firme. Tres más nos cubrían las espaldas, el aire estaba viciado, el silencio lo cortaba todo como cuchilla y el sudor frío me corría por el cuello.
Llegamos a una puerta sin señalización de acero pesado. No decía nada, pero el olor a encierro, cloro y algo más podrido me confirmó que estábamos cerca. Uno del equipo colocó el oído, y asintió. Había pasos, voces y un murmullo que no lograba entender.
Lo más seguro es que ellos ya supieran que estábamos aquí, porque parecía haber una conversación.
—Señor… —Uno de los hombres, me pasó el equipo para escuchar y así fue cuando todo el equipo hizo silencio.
—Están aquí… vamos ahora a la habitación, yo misma la mataré, no voy a arriesgarme.
—