Zahar…
Tecleé de forma perezosa ajustando los últimos movimientos y coloqué el auricular en mi oreja sin encenderlo.
En la pantalla apareció toda la información, solo porque había configurado mi rostro frente a ella, así que di un bostezo, porque eran las dos de la mañana. Miré mi taza de café vacía y me levanté, mientras escuchaba como el aparato iba sincronizando todo.
Miré la cafetera viendo cómo la línea de café comenzaba a llenar la taza, y volví a bostezar hasta que un clip en mi oído me indicó que la sincronización había terminado.
La diferencia horaria entre Londres y Riad era de tres horas, así que ahora mismo, eran las 11 de la noche, es esa parte del mundo.
“Localizando los puntos”
Escuché por el auricular y sonreí. Si no era Asad, Kereem tenía el auricular. Me pregunté si también le faltaba el sueño, y moría por saber qué hacía en este preciso momento.
“Zona de peligro”
Mi ceño se frunció y mi corazón dio un leve pinchazo. Tomé la taza de café llena y volví a la computador