Eran las 11 de la noche cuando Kendra se removió inquieta y se levantó para ir al baño y mojarse la cara.
Había tenido días intensos desde que había llegado a este palacio, y se estaba adaptando mejor que en cualquier otro sitio donde había trabajado. Tenía un poco la boca seca, y no encontró agua en su habitación, y aunque hubiese podido llamar para que trajeran, prefirió salir a tomar aire fresco.
Caminó por los pasillos iluminados, y se permitió admirar las pinturas y todo lo diferente que era estar aquí. Fue a una cocina enorme donde estaban algunos refrigeradores y tomó una botella de agua.
Había guardias en cada esquina, se asomó a un balcón cercano a admirar la noche llena de estrellas y soltó el aire para meterse de nuevo a los pasillos.
Kendra comenzó a revisar su teléfono bostezando, notando algunos informes inconclusos, y luego, antes de cruzar a su ala, donde estaba su habitación, el sonido de un vaso contra una superficie llamó su atención.
Ella se detuvo de golpe, guarda