7° Flores en anónimo II

Lianys

Sonrío como una tonta hacia la puerta por la que salió, sea lo que sea que haya pasado quiero que esta versión de Kaem se quede. Esa a la que no le de vergüenza demostrar lo que siente y transparencia, quizás poco a poco lo pueda volver a enamorar... Quizás.

— Yo no sabía que Kaem... que el Boss estaba casado. Disculpe. — pide disculpas pero sé que es para salir del paso.

— Te recomiendo que dejes de tratar a las personas con prepotencia, tal vez algún día tu cabeza salga rodando por eso.

Saco mi desayuno del microondas y me dirijo al comedor.

[...]

Terminé de cocinar dejándome completamente agotada y con la frente sudorosa. Tapo todas las ollas y subo a mi habitación para tomar otra ducha rápida, el Boss hace cinco minutos me mandó un mensaje avisando que estaba a punto de llegar, por lo tanto, no lo puedo recibir oliendo a aliños y como una loca desaliñada.

Salgo de la ducha y unto crema en la yema de mis dedos para reafirmar mis rizos.. Cuando termino me miro en el espejo muy complacida por lo vivo que se ve mi cabello, me pongo un vestido rosado largo con un escote pequeño en el busto. En mis pies dejo unas zapatillas bajas blancas y bajo cuando escucho cerrarse la puerta principal.

Escucho la voz animada de Kaem por lo que intuyo que tenemos visita en la mansión. Al salir al jardín me encuentro a Sasha abrazando a su hermano y una hermosa y radiante sonrisa en los labios del Boss; él podrá ser el hombre más frío del mundo pero cuando se trata de sus hermanas y madre, todo cambia en él y más con la pequeña Sasha que le hace recordar tanto a Zoa. Ella al verme se separa de él y corre a mis brazos, es una nena de doce años pero con una pureza intachable.

Hoy en día los jóvenes solo piensan en otras cosas pero ella es pura bondad. Arabella ha criado a una excelente niña.

— ¡Nany! — dice efusivamente — Estás muy hermosa.

— Igual que tú, corazón. No sabía que vendrías, sino te hubiera preparado un delicioso pastel.

— Es que quería darte una sorpresa. — hace una mueca — Pero a la próxima me puedes visitar y hacer un pastel juntas ¿vale?

— Vale.

A lo lejos veo a Kaem que ríe disimuladamente. Mi ojos aguamarina se conecta con los de él y es como si no estuviéramos diciendo lo que en palabras callamos.

— Ya el almuerzo está listo. Ahorita lo sirvo.

— No lo hagas Lianys, para eso hay gente de servicio. — me detengo en seco — Ya como mucho cocinaste.

— Sabes que me gusta ser útil. — digo entre dientes.

Su mirada cambia a una gélida y cambia de postura. — Siéntate con nosotros y que los demás traigan la comida.

— Pero...

— ¡Que te sientes!

Sasha y yo nos sobresaltamos por su cambio de ánimo. Las venas de su cuello se marcan al igual la gran cicatriz que lleva en la yugular haciendo que parezca a una bestia muy peligrosa, siento el temblor en las manos de la niña por lo que me toca tragarme el orgullo y la tercera guerra mundial que quiero montar para poder tranquilizarla.

— Tranquila princesa, me sentaré a almorzar contigo.

— ¿Segura? — mira de reojo a su hermano, tiene miedo.

— ¡Hey, mírame! No hay nada que temer. Tu hermano solo se ha alterado un poco pero ya se le pasará ¿okey? — asiente — Vamos.

La cojo de la mano y nos encaminamos hacia las sillas que dan hacia el hermoso jardín. A pesar de que el clima es un poco frío, se sigue apreciando lo verdoso de la naturaleza y del hermoso jardín.

Para sobre llevar este almuerzo le pregunto a mi pequeña cuñada como le va en el colegio en las clases extracurriculares. La familia Ivanov tiene el don de destacarse por algo que le apasiona. Por ejemplo, Saskia es modelo, Kaem un boxeador y nadador profesional, Mikhaila es una excelente cantautora y además toca tres instrumentos, pero esta belleza se fue por el arte. Le encanta pintar desde niña, la imaginación que tiene para ello es increíble. Tiene toda la mansión Ivanov con miles de pinturas y retratos en las paredes, cosa que enorgullece a su padre Akem.

— ¿Y cuándo tendré a mi primer sobrino?

El jugo de naranja se me sale por la nariz y comienzo a toser descontroladamente, Kaem dejó de picar la carne y miró a su hermana con cierto desconcierto.

— ¿Y esa pregunta mi manzana acaramelada? — cuestiona él con autocontrol.

— Pues lo que dije Kaem, estoy aburrida en casa. Saskia está en los ensayos del Miss Rusia, Mikha se la pasa encerrada en el estudio tocando. Tú ya no me visitas como antes y mamá y papá se la pasan trabajando casi todo el día. Por más que trate de ocupar mi mente, sigo vacía.

— Princesa, Kaem y yo nos acabamos de casar. Tener un bebé es muy pronto. — Lo observo — Además, él tiene que estar al tanto de la organización y la empresa, mientras que yo pienso retomar mis estudios. No es el momento.

En la estancia se forma un silencio y una tensión que se puede cortar con un cuchillo.

— ¿Estudiarás? — pregunta el Boss.

— Pues me lo he estado planteando. En España me quedé en el segundo año y me gustaría continuar.

— ¿Por qué no me lo habías dicho antes?

— ¿Debía hacerlo? — tensa la mandíbula — Bueno, princesa fue un gusto tenerte aquí en casa hoy. Cuando quieras puedes venir a hacerme compañía pero tengo que salir.

— ¿A dónde irás?

Ruedo los ojos y suspiro para no tener que estrangular a mi maridito. No tenemos ni setenta y dos horas de casado y ya lo quiero asesinar con mis propias manos.

— Me veré con tu madre.

Me levanto y lanzo la servilleta a la mesa. Subo a mi recámara y en la cama encuentro la cartera que tenía anoche, a su lado se halla también mi móvil. Lo cojo pero está mega descargado, miro la hora en el reloj y faltan veinte para las dos.

No puedo dejar embarcada a mi tía suegra.

Reviso mi cartera y ahí se encuentra mi cargador. Por lo visto lo tendré que cargar en otro sitio. Tocan dos veces la puerta y autorizo para que puedan entrar.

— Señora, le acaban de dejar esto. — avisa Jacinta.

Al girarme me encuentro con una ramo de rosas blancas y una tarjeta. Frunzo el ceño porque me sorprende que lo haya hecho Kaem, con entusiasmo las agarro y las huelo. Su aroma me hipnotiza provocando que una resplandeciente sonrisa aparezca en mi rostro.

¿No qué tenía el corazón hecho un hielo?

Abro la tarjeta y la leo.

"Koroleva de todos pero reina mía, espero que estas rosas sean de tu agrado. Que tenga espina, no quita su belleza. Nos veremos pronto."

Anónimo.

Ya va, creo que no entendí lo que acabo de leer. Entonces... ¿No fue Kaem?

¿A quién veré pronto?

Yo no conozco a nadie aquí en el que pueda decir que me dió este tipo de obsequios. Y qué ilusa fui pensando que sería del Boss, dejo las rosas en mi cama, la nota la en la mesita de noche. Cojo mi bolso y le indico a mi voyeviki personal que me lleve al spa que me citó.

Pero en el trayecto sigo pensando ¿Flores en anónimo?

_________°________

Kaem

Pasé una tarde animada con mi hermana. Vimos películas, nadamos en el lago, regamos algunas plantas y la dejé dibujar el atardecer que estaba muy bonito. Sin embargo, no dejé de pensar en la hermosa morena de ojos aguamarinos que me tiene embrujado. Hace media hora llegó a la mansión pero no hemos cruzado palabras, se metió directamente en la biblioteca y le pasó el pestillo para que yo no entrara.

Sentado enfrente de la chimenea, con las luces apagadas y un vaso de whisky en mi mano me quedo pensando mientras veo los destellos del fuego. Recuerdo haber leído una de las tantas leyendas urbanas en la cual el fuego se enamoró de el agua aun sabiendo que lo podía apagar, hubo miles de obstáculos, otros elementos que no aceptaban ese amor desenfrenado pero con constancia y perseverancia prevaleció la unión.

Es lo que quiero que haya entre Lianys y yo pero ella es muy indefensa para la oscuridad que me rodea.

Suspiro y echo la cabeza hacia atrás apoyándome del respaldo de la silla de cuero. Unas delicadas manos masajean mis hombros haciendo que me relaje por completo pero a pesar de que son delicadas no son pequeñas como las de mi mujer, así que atajo una de las manos con la mía y abro los ojos encontrándome con Samantha.

— ¿Qué estás haciendo? — me levanto enseguida.

— Ví que estabas muy estresado, solo quise compensar todas las cosas buenas que has hecho por mí. — susurra.

— Samantha, sabes muy bien qué lo hice porque te estimo. Además, eres la única familia de Jacinta así que también lo hice por ella. — aclaro — Lo que sí no te voy a permitir es que le vuelvas a hablar grotesco a mi esposa. Ella es la dueña y señora de esta casa, por lo tanto, se merece absoluto respeto.

La nieta de Jacinta levanta la cabeza con los ojos llenos de lágrimas que amenazan con salir.

— Perdóname Kaem, te prometo que no se volverá a repetir.

— A partir de ahora soy tu Boss, me tienes que llamar como tal. — acevero.

Asiente.

Nos quedamos callados por unos segundos. Tanta tensión me pone de los nervios así que opto irme a mi habitación pero llegando al primer escalón escucho las voz de Samy.

— Nunca pensé que fueras detallista. Las rosas que le enviaste a tu esposa son muy hermosas.

¿Qué rosas?

Me volteo para encararla.

— ¿De qué hablas?

— No te hagas el tonto. Las rosas blancas que le mandaste esta tarde. — rueda los ojos.

Mis manos forman un puño provocando que los nudillos se blanqueen y las venas se tensen.

Me dirijo hacia el pasillo de la biblioteca, pongo mi mano en la manilla, la giro y esta sede inmediatamente. Las luces están apagadas y no se ve plenamente nada a cambio por una pequeña llama de una vela aromática; por consiguiente, a lo lejos reconozco el cabello rizado de Lianys en el sofá, me acerco con pasos lentos para no despertarla.

Al llegar, noto que tiene algunos mechones tapando sus ojos. Su respiración es lenta y apaciguada, me agacho y coloco los mechones detrás de su oreja izquierda quedando su espectacular rostro despejado. Sus labios son finos arriba y carnosos en la parte inferior, las pestañas son largas y las cejas pobladas. La suavidad de su piel es inigualable y su olor... su olor es exquisito.

La Koroleva se remueve y abre los ojos lentamente. Cuando me ve se sobresalta y se levanta de golpe haciendo que nuestras frentes choquen fuertemente.

— ¡Auch! — se queja — Parece un maníaco velando el sueño ajeno.

— Maníaco es poco. — susurro para mí.

— ¿Qué quieres, Kaem? — se sienta con los brazos cruzados.

— ¿Por qué te habías encerrado aquí? ¿Por qué luego dejaste la puerta sin pestillo?

Frunce el ceño. — Primero, no quería verte y segundo, porque se me olvidó colocar el pestillo nuevamente cuando Jacinta me trajo la cena. — dice con seguridad — ¿Qué haces aquí?

¿Cuál fue el motivo para que viniera?

— ¿Quién te regaló rosas?

Lianys se ríe con sorna y se muerde el labio inferior.

— ¿Celoso, Boss? — se burla — Eso no te compete....

La cojo del brazo haciendo que se levante y choque su cuerpo con mi pecho. Ella alza la cabeza para encarar mejor. Podrá ser una pulga pero su actitud altanera descoloca a cualquiera.

— Escúchame bien niña, eres Lianys Ivanova, mi mujer. El único hombre al que le perteneces y es propicio de tus sonrisas soy yo, nadie más ¿entendido?

Pasa saliva por la fuerza que ejerzo en su brazo.

— Para ser un matrimonio por conveniencia te lo estás tomando muy en serio ¿no crees? — chasquea la lengua — ¿Acaso el Boss tiene miedo de perderme?

Me carcajeo. — No seas ilusa, hermosa. Por lo único que me preocupo es por mí y solo por mí. No te creas tanto.

La suelto, me giro y me dirijo hacia mi recámara.

"Qué difícil es volver a confiar en alguien cuando en el pasado te han dañado más de una vez."

Gaby González. 

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