— Me dijiste que andas menstruando hoy mismo, ¿cierto? — contesto con movimientos afirmativos — Sra. Ivanova, usted tiene dos semanas de gestación.
El corazón se me paraliza totalmente, comprimo todo el oxígeno en mis pulmones olvidándome de cómo se respira. Uno mis manos temblorosas sobre el pecho buscando la forma de calmarme, el techo creo que caerá sobre mí dejando una nubosidad antes mis ojos de oscuridad. Lágrimas caen por mis mejillas provocando que los vellos se me coloquen en punta, la ginecóloga al verme en este estado busca rápido un tensiómetro digital. Me rodea un brazo con la malla y siento como me va apretando haciendo que la circulación se me corte. Ella observa la pantalla del aparato y me mira con tristeza.
— Se le ha bajado la tensión. — informa — Le daré glucosa para que pueda salir de aquí sin ningún problema...
— ¿Usted está completamente segura de que estoy embarazada? Puede que se haya equivocado o ¿acaso quiere hacerme una broma? – me rio por los nervios — Ya