KIEVAK - Fortaleza Voloshyn
La noche envolvía la fortaleza conquistada como un manto de terciopelo negro salpicado de estrellas heladas. Stlevana Volkova permanecía inmóvil en el vasto vestíbulo, una figura frágil y perdida bajo la luz tenue de una araña de cristal. Su maleta, pequeña y discreta, descansaba a sus pies como un testigo mudo de su huida.
La sirvienta que la había recibido había desaparecido tras una puerta de roble, dejándola sumergida en el silencio opresivo de piedra y poder. Sentía el vacío como un peso físico, el eco del llanto desgarrado en el hospital aún resonando en sus huesos.
— ¿Tú quién eres?
La voz, cargada de un acento napolitano y una curiosidad despreocupada, la hizo sobresaltar. Giró lentamente. Un joven de pelo oscuro y ojos vivos, vestido con ropa casual, pero de corte impecable, la observaba con las cejas arqueadas, cruzado de brazos. Su mirada recorrió su figura demacrada, el vestido sencillo, los ojos hinchados y la expresión de gato abandonado bajo