Llegó a la última cuadra y cruzó a la izquierda. En la distancia se veía el espacio claro y libre del campo de niños; pero no había nadie en él. Las casas estaban rodeadas de cercas; sin embargo, todas eran de madera bien cuidada y pintada. Únicamente después de caminar por un tiempo divisó una cerca hecha de palos viejos, atravesados en diferentes direcciones; mientras circulaban el patio de una casa común.
María se acercó al espacio donde se suponía que estaba la puerta. Miró a un lado. Encontrando una unión de palos, quebrada y tirada - ah, hola - habló, como si las personas estuvieran a solo un par de metros. Al no obtener respuesta, tomó aire - ¡Hola! - Pronto, la puerta de la casa se abrió, asomándose por la abertura, una cara curiosa. Un hombre salió y sin decir