Sus nalgas chocaron contra la tierra, sus piernas se elevaron antes de que pudiera detenerse con las manos hacia atrás. Los ojos de Danilo se ampliaron al verla caer a sus pies. Frunció la frente - ¿qué pasa?, ¿por qué gritas?.
Con miedo, se arrastró para adentro - es él. ¡Es él! - levantó un dedo, señalando al hombre estático en medio del patio. Danilo lo vio extrañado - ¡quiere matarme! - su expresión cambió, su ceño fruncido se alisó con el entendimiento. Valientemente, levantó el pie para pasar sobre las piernas de María, quien temblaba aterrada - No, ¿qué harás?. No te acerques a él - consiguió decir.
Salió, su espalda se amplió ante la vista de María. El porte amabl